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Me encontraba viajando por Colombo en Sri lanka y la contaminación era tan exagerada que me
tapaba la cara con un pareo e intentaba respirar muy despacio; en un momento mi consciencia dio un salto y apareció frente a mi una proyección nítida, donde pude ver en la oscuridad de un mar de chapapote un esqueleto vestido con ropajes de oro como si de un papa se tratase, golpeando desde una minúscula isla con un fémur humano el chapapote una y otra vez. Y esta oscuridad y densidad se desvanecía mientras aparecía la imagen gigante y viva de un buda luminoso, que sonriéndome bajaba la cabeza y juntando sus manos me saludaba. Esta fue la primera de otras experiencias preciosas con esta energía.

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